Un cuerpo que duele se sienta
Hay unos ojos que pasean por la mesa
mientras la mano ha empezado
a diseñar el espacio inmediato.
Aleja el cenicero, acerca lápices
amontona el tablero.
Un cuerpo que duele.
Arquitectura ósea en rebelión.
Y en el centro una hoja en blanco.
Has vuelto, te dice una voz amiga
y algo, en algún lugar profundo
de ese cuerpo que no asumes
sabe que, otra vez, tiene razón.
Comienza pues la batalla
ya firmaremos el tratado de paz.
Adela Sainz Abascal
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