22 de enero de 2012

Epístola


Y la vida, una niebla que llega y se desvanece,
como el hielo,
gota a gota,
en la muerte pura del agua.
Como la brisa que dibuja
el aroma del mar.
La vida que vive en el viento,
el cuerpo sin carne que habla al manso
con un idioma que no se oye y no pesa.
con una voz más ligera que el alma.
Ángel Sopeña

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