30 de marzo de 2011

Esto que llamamos el mundo no es el mundo, sino muchos mundos superpuestos. Cáscaras de mundos, unas sobre otras, con un fruto que desconocemos en el centro, Los que habitan en una cáscara difieren completamente de los que viven en otra. La comunicación es imposible. ¿Por qué nos llamamos todos hombres? ¿Por qué existe sólo la palabra mundo para designar este aberrante conglomerado de irreductibles diferencias? No es suficiente que todo parezca estar vivo: También la palabra vida abarca una caótica diversidad de procesos antagónicos. Tal vez haya una razón para esta falsa homogeneización metafísica y su malentendido verbai: todo muere. ¿Pero basta con eso? Roberto Juarroz

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